Oda al Bambuco Pombo. Bambuquísimo Pentasilábico…

viernes, mayo 25, 2012 0 Comments A+ a-

Oda al Bambuco Pombo.

Oda al Bambuco

Pombo Bambuquísimo Pentasilábico…


Por: Luis Liévano (Keshava)

Se dice que no hay en nuestra poesía del siglo 19 nadie que como Rafael Pombo, supiera encarnar en el verso el punto de vista popular, que en caso del bardo, era cortés, dulzón, galán y amoroso. El bambuco de Rafael Pombo que presentamos se enmarca dentro del género Octasílávico, métrica preferida de la poesía castellana popular. 

Pero también son frecuentas los heptasílabos y pentasílabos como los que hacen parte de las que componen las seguidillas de que consta este poema «Bambuco». En otras de las estrofas aparecen también redondillas o seguidilla o tirana, comunes en la poesía popular de la misma manera que la octavilla aguda, estrofa habitual en el movimiento romántico. 

Al decir de Miguel Carrascosa, 


“ Los bambucos de Pombo son una muestra magnífica e imprescindible para el estudio de la introducción de las formas de poesía popular en la lírica culta hispanoamericana. La permeabilidad de sus poemas justifica que no podamos considerar estos ejemplos del mismo modo que su poesía culta, puesto que su estudio exige partir de otros presupuestos. Ello no significa que Pombo minusvalorara un estilo más cercano al del pueblo en la dicción poética, sino que, por el contrario, estimaba la poesía popular como poesía del corazón y de lo genuino, y, por ende, como la poesía más verdadera.”

Rafael Pombo por Hache Holguín
Ilustración de Rafael Pombo por © Hache Holguín

EL BAMBUCO (Aire y baile populares de la Nueva Granada-Colombia)



I
Para conjurar el tedio
De este vivir tan maluco,
Dios me depare un bambuco,
Y al punto, santo remedio.

Buena orquesta de bandola
Y una banda de morenas,
De aquellas que son tan buenas
Que casi basta una sola.

¡Y aquí de los granadinos!
¡Venga el cometa dragón!
Veremos el encontrón
Sin dársenos tres cominos.

¡Lejos Verdi, Auber, Mozart!
Son vuestros aires muy bellos,
Mas no doy por todos ellos
El aire de mi lugar.

«Mal gusto», diréis, tiranos.
Más yo en mi gusto porfío,
Que bueno o malo, es el mío
Y el de todos mis paisanos.

Ningún autor lo escribió.
Mas cuando alguien lo está oyendo,
El corazón va diciendo,
«Eso lo compuse yo.»

Y bien se ve que no miente,
Pues hijo de padre tal,
Es, como él, triste y jovial,
Quejumbroso, inconsecuente.

Nadie lo hizo, porque nos
Disfrutamos del derecho
De recibirlo ya hecho
Todo de manos de Dios.

Vino y pan, tienda y colchón
El árbol sabe ofrecernos,
¿Por qué no ha de componernos
El viento nuestra canción?

Justo es que nadie se alabe
De inventor de aquel cantar
Que es de todos, la par
Que el cielo, el viento y el ave.

Del Carchi hasta Panamá
Nuestros niños lo adivinan,
Nuestros pájaros lo trinan
Y en nuestras brisas está.

Es el lamento que lanza
El genio de estas regiones
Por tantas generaciones
Que vio morir sin venganza.

Una melodía incierta,
Intima, desgarradora,
Compañera del que llora
Y que al dolor nos despierta.

O una risa de placer,
Instadora, turbulenta,
Que arrebata, que impacienta
Con eléctrico poder.

Un retozo tan simpático,
Que en contagiosa locura
No consiente ceja dura
Ni melindre aristocrático.

Nuestros rústicos con él
Cantan al recién nacido,
Y él les sirve de gemido
De una tumba en el dintel.

Parabién o funeral
Del que nace o del que muere:
Ya solemne miserere,
Ya cántico bacanal.

Doma con él los rigores
De su Filis un patán,
Mejor que el mismo don Juan
Con su almanaque de amores.

Y cuando a su desdeñosa
Feroz castiga el salvaje
Propinándole el brebaje
De la «tonga» ponzoñosa,

Ella, en fatal zamacuco
De erótico frenesí,
Corre y danza aquí y allí
Tarareando el bambuco

Hay en él más poesía,
Riqueza, verdad, ternura,
Que en una docta obertura
Y mística sinfonía.

Y así respóndele fiel
El corazón donde llega:
Con él el alegre juega
Y el triste llora con él.

Mágico el más obediente,
Camaleón musical,
Siempre el mismo original,
Pero siempre diferente.

Eterna variación
En que hallamos por instinto
Acento fiel y distinto
Para cada sensación.


Porque ha fundido aquel aire
La indiana melancolía
Con la africana ardentía
Y el guapo andaluz donaire.

Su ritmo vago y traidor
Desespera a los maestros;
Pero acá nacemos diestros
Y con patente de autor.

Tesoro de pobres es,
Y, ¡ay!, que nadie se lo quita,
Mientras su voz lo repita
Y lo ejecuten sus pies.

Y si ordenase un tirano
La abolición del bambuco,
Pronto viera cuán caduco
Es todo poder humano.



ESCRITO POR


Keshava Liévano. Miembro fundador de la Asociación Colombiana para el Libro Infantil y Juvenil. Cuentero con más de 20 años de trayectoria. Publicista independiente y autor de libros infantiles. Comunicador y periodista cultural. Facebook.